La Madonnina de Fátima Peregrina, esculpida en madera del Val Gardena, evoca la historia de las apariciones marianas ocurridas en 1917 en Cova da Iria, Fátima, Portugal. Tres jóvenes pastorcitos, Lucía, Jacinta y Francisco, fueron testigos de seis apariciones de la Virgen María, que se presentó como la "Señora del Rosario". Sus principales peticiones fueron la oración diaria del Rosario por la paz en el mundo, la conversión de los pecadores y la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón. La Virgen también reveló tres "secretos", profecías sobre eventos futuros y la importancia de la penitencia. La veneración por la Virgen de Fátima se extendió rápidamente por todo el mundo, culminando en el "milagro del sol" del 13 de octubre de 1917, visto por decenas de miles de personas. Hoy, Fátima es uno de los santuarios marianos más importantes, meta de millones de peregrinos que buscan consuelo, esperanza e intercesión. La Madonnina Peregrina simboliza el mensaje de paz y esperanza que la Virgen ha traído al mundo, invitando a la oración y a la conversión.