Esta escena inmortaliza las apariciones marianas ocurridas en 1917 en Fátima, Portugal. Los tres niños, primos entre sí, vieron a la Virgen seis veces entre mayo y octubre mientras cuidaban sus ovejas. La Virgen les confió tres secretos y pidió oraciones por la paz mundial.
Las visiones transformaron las vidas de los pastorcitos. Lucía se convirtió en monja, mientras que Francisco y Jacinta murieron jóvenes durante la epidemia de gripe española. Fueron canonizados en 2017, convirtiéndose en los santos no mártires más jóvenes de la Iglesia Católica.
Esta escultura captura la maravilla y la devoción de ese momento extraordinario, recordándonos el poder de la fe y la inocencia infantil frente a lo divino.