Título: Viuda y religiosa
Nacimiento: 1381, Roccaporena
Muerte: 22 de mayo de 1457, Cascia 22 de mayo de 1457, Cascia
Recurrencia 22 de mayo
Tipología: Conmemoración
Protectora de: casos desesperados y aparentemente imposibles, mujeres infelizmente casadas, serígrafos
Rita nació en Rocca Porena, un pequeño pueblo cerca de Cascia, en Umbría, en 1381.
Bajo los atentos cuidados de sus padres, la niña creció juiciosa y piadosa, como una flor de invernadero, con una particular tendencia a la soledad y a la oración.
Era su vivo deseo consagrar a Dios su virginidad, pero los padres querían que se casara. El marido era brusco y colérico, pero Rita, armada de paciencia, era capaz de soportarlo todo, correspondiendo bien por mal, sin que en dieciocho años de matrimonio se rompiera la armonía en aquella casa.
Hombres malos masacraron a su marido. Ella, en vez de pensar en la venganza, rezaba a Dios por aquellos desgraciados, pero trataba de inculcar a sus dos hijos el heroísmo del perdón cristiano. Notando que cada vez tenían más ansias de venganza, rogó al Señor que se los llevara al cielo antes de que tuvieran tiempo de mancharse de sangre. Dios le respondió.
Libre de todas las preocupaciones familiares, rezó para ser aceptada en el convento de las agustinas. Dos veces recibió una abrupta negativa, hasta que el Señor quiso satisfacer su deseo con un milagro.
Mientras rezaba en medio de la noche, se le aparecieron San Juan Bautista, San Agustín y San Nicolás de Tolentino, que le dirigieron palabras de consuelo, la invitaron a seguirlos y la introdujeron milagrosamente en el monasterio. Aquellas vírgenes, admiradas y conmovidas, no dudaron ya en recibirla como hermana.
La buena viuda no tardó en convertirse en espejo de toda virtud. Obedecía con la sencillez de una jovencita. Un día la Superiora le ordenó regar un bosque seco y ella no dudó ni un momento en hacerlo.
Rita estaba enamorada del Crucifijo. La pasión de Jesús era su meditación preferida y le inflamaba tanto que derramaba abundantes lágrimas.
Un día, mientras rezaba con más intenso fervor y rogaba a su amado Jesús que la asociara a su pasión, un rayo de luz partió del Crucifijo, se reflejó en la cabeza de Rita, luego una espina se desprendió de la adorable cabeza de Jesús y vino a atravesarle la frente; Le produjo una profunda herida seguida de una llaga irremediable, que permaneció hasta su muerte; llaga que además de un agudo dolor exhalaba un gran hedor, por lo que le gustaba permanecer solitaria y conversar con Dios para no molestar a sus hermanas.
Realmente Jesús la hizo sufrir a imitación suya. Su última enfermedad duró cuatro años: años de agudo y lento martirio, que dieron la medida de su heroica paciencia y de su insaciable ansia de sufrir. Jesús, con un milagro, demostró cuánto le importaba su sufrimiento.
Era un invierno muy crudo; abundaban las heladas y la nieve. Rita rogó a una mujer de Rocca Porena que fuera a su viejo huerto y le trajera todo lo que estuviera maduro y en flor. Ella pensó que bromeaba, pero al pasar vio dos higos frescos y una rosa hermosa y perfumada, regalo de su Jesús.
A punto de morir, oyó a Jesús y a su santa Madre que la invitaban a la morada celestial, a la que voló el 22 de mayo de 1439.
Los fieles la llaman la """"Santa de lo imposible"""".