San Ruperto, figura eminente del cristianismo, es venerado como apóstol de Baviera y fundador de Salzburgo. Su historia se entrelaza con la evangelización de Europa central en el siglo VII. De origen franco, probablemente noble, Ruperto fue obispo de Worms antes de emprender su misión en Baviera, por invitación del duque Teodón II.
Llegado a la actual Salzburgo alrededor del 696, Ruperto se dedicó con fervor a la difusión del Evangelio, convirtiendo a numerosos paganos y reorganizando la vida eclesiástica. Fundó el monasterio de San Pedro, el más antiguo de Austria, y el convento femenino de Nonnberg, confiado a su pariente Erentrude. A él se debe también el descubrimiento y la explotación de las minas de sal, que dieron el nombre a la ciudad de Salzburgo y favorecieron su desarrollo económico.
Su veneración está ligada a su obra de evangelización y a la fundación de importantes centros religiosos. Es patrón de Salzburgo, de Baviera y de los mineros de sal. Su fiesta litúrgica se celebra el 27 de marzo. La iconografía lo retrata a menudo con el libro, símbolo de su predicación y de su erudición, y la salera, referencia a su descubrimiento y a su vínculo con la ciudad de Salzburgo. Su figura encarna el espíritu misionero y la capacidad de unir la fe a la promoción del bienestar material de la comunidad.