San Germano, obispo de Auxerre en el siglo V, es una figura destacada en la historia de la Iglesia galicana. Nacido en una noble familia romana, emprendió inicialmente la carrera forense, distinguiéndose por sus capacidades. Su vida sufrió un giro radical cuando, elegido obispo por aclamación popular, abandonó la vida mundana para dedicarse enteramente al servicio de Dios y de su comunidad.
Fue un pastor celoso y un defensor de la fe ortodoxa, combatiendo strenuamente la herejía pelagiana que negaba la importancia de la gracia divina. Realizó varios viajes a Britania para contrarrestar la difusión de esta doctrina, obteniendo notables éxitos. Su obra no se limitó a la esfera teológica; fue también un hombre de gran caridad, atento a las necesidades de los pobres y de los oprimidos.
La veneración de San Germano se difundió rápidamente, testimoniada por la construcción de numerosas iglesias y monasterios a él dedicados. Es recordado por sus milagros, su sabiduría y su profunda espiritualidad. Las dos llaves, a menudo asociadas a su iconografía, simbolizan su poder espiritual y su autoridad episcopal, mientras que el libro representa su erudición y su compromiso en la defensa de la verdad. Su memoria litúrgica ocurre el 31 de julio.