Santa Rita de Casia, nacida Margherita Lotti en 1381, es una de las santas más amadas y veneradas, patrona de los casos imposibles y desesperados. Su vida fue marcada por grandes sufrimientos y pruebas: un matrimonio difícil, la pérdida del marido y de los hijos, y el ingreso en el convento agustiniano de Cascia después de numerosas negativas. Su profunda fe, la paciencia y la caridad la hicieron un ejemplo de virtud cristiana. A menudo es representada con una espina en la frente, símbolo del estigma recibido en visión de la Pasión de Cristo. Su veneración está ligada a los numerosos milagros atribuidos a su intercesión, que le han valido el título de "Santa de los imposibles". La estatua con libro y crucifijo en el brazo simboliza su profunda devoción a la Palabra de Dios y a la Pasión de Cristo, pilares de su espiritualidad.