El Tau, símbolo franciscano por excelencia, hunde sus raíces en la veneración de San Francisco de Asís. Esta cruz en forma de "T" era el signo preferido por el Santo, que la utilizaba para firmar sus cartas y como emblema de su espiritualidad. El Tau, de hecho, es la última letra del alfabeto hebreo y, en la tradición bíblica, simboliza la salvación y la protección divina. Francisco lo adoptó inspirándose en el profeta Ezequiel (Ez 9,4), donde el Tau es el signo puesto en la frente de los justos para salvarlos de la destrucción. Para San Francisco, el Tau representaba el amor de Cristo crucificado y su dedicación a la pobreza, a la humildad y a la paz. Llevarlo o exponerlo es un modo de recordar los valores franciscanos y la espiritualidad de un hombre que ha cambiado la historia de la Iglesia.