Durante una de estas visiones, Bernadette descubrió un manantial en la gruta, cuyas aguas tenían propiedades curativas. Cada año, entre cuatro y seis millones de visitantes peregrinan a Lourdes y miles se bañan en el agua del manantial, en la firme creencia de que es posible curarse. Los estudios no han encontrado ninguna composición mineral inusual en el agua del manantial, pero es de calidad potable.
Al principio, los superiores eclesiásticos y laicos observaron con recelo estas apariciones, que terminaron el 16 de julio de 1858, e intentaron impedir que acudieran multitudes. Sólo después de algún tiempo, los sacerdotes y obispos creyeron también en la niña. Cuando el sacerdote Dominique Peyramale le preguntó a Bernadette su nombre en la aparición, Bernadette respondió: """"Yo soy la Inmaculada Concepción"""", un término teológico que sólo recientemente había sido dogmatizado por el Papa. Peyramale dijo que Bernadette, como hija ignorante de un pobre molinero, difícilmente podía conocer este término. Entonces se convenció de la autenticidad de la aparición.