Nació en el seno de una familia acomodada y creció en la Iglesia. Ingresó en los canónigos agustinos en 1210 y probablemente se hizo sacerdote. En 1220 ingresó en la orden franciscana, con la esperanza de predicar a los sarracenos (musulmanes) y ser martirizado. De camino a Marruecos, cayó gravemente enfermo y se vio obligado a regresar a casa. Sin embargo, su barco de vuelta a Portugal se desvió de su ruta y acabó desembarcando en Sicilia. Debido a su continua mala salud, no se le permitió continuar su labor misionera entre los sarracenos. En su lugar, enseñó teología en Bolonia (Italia) y en Montpellier, Toulouse y Puy-en-Velay (sur de Francia), ganándose una gran admiración como predicador. Murió de camino a Padua (Italia), donde está enterrado.
Antonio era el más famoso de los seguidores de San Francisco de Asís y tenía fama de taumaturgo. El 16 de enero de 1946, el Papa Pío XII le declaró doctor de la Iglesia. En el arte aparece con un libro, un corazón, una llama, un lirio o el niño Jesús. Entre sus escritos auténticos están los sermones para domingos y fiestas, publicados en Padua en tres volúmenes en 1979.