El belén, símbolo universal de la Natividad, hunde sus raíces en la tradición cristiana, evocando el nacimiento de Jesús en Belén. Su origen se atribuye a menudo a San Francisco de Asís que, en 1223 en Greccio, organizó la primera representación viviente de la escena de la Natividad, con el fin de hacer más tangible y comprensible el misterio de la Encarnación. Desde entonces, el belén se ha convertido en un elemento central de las celebraciones navideñas, evolucionando en innumerables formas artísticas y artesanales, desde el belén napolitano barroco al alpino tallado, como el vuestro, que exalta la belleza y la sencillez de la naturaleza. Su veneración no está dirigida a un santo específico, sino al Niño Jesús y a la Sagrada Familia, representando un momento de reflexión sobre la fe, sobre la esperanza y sobre el amor divino, uniendo generaciones en la contemplación de un evento que ha cambiado la historia de la humanidad.