La Madonnina de Lourdes, venerada como Madre de todos los hijos y consuelo para los fieles, tiene su origen en las apariciones marianas ocurridas en 1858 a Bernadette Soubirous, una joven campesina de Lourdes, en Francia. La Virgen María se le apareció dieciocho veces en la gruta de Massabielle, presentándose como la Inmaculada Concepción. Estas apariciones llevaron al descubrimiento de una fuente de agua, considerada milagrosa, que aún hoy atrae a millones de peregrinos. Lourdes se ha convertido en uno de los santuarios marianos más importantes del mundo, símbolo de esperanza, curación y fe. La devoción a la Virgen de Lourdes se ha difundido globalmente, representando un faro de espiritualidad y un punto de referencia para quien busca consolación e intercesión divina. La estatua de madera del Val Gardena, con su moderna escultura, encarna esta profunda veneración, llevando a las casas la gracia y la protección de la Virgen de Lourdes.