El Arca de Noé, símbolo universal de salvación y renacimiento, no está asociada a un santo específico en el sentido tradicional de la veneración católica. Su historia hunde sus raíces en el Antiguo Testamento, en el libro del Génesis, donde Dios, afligido por la maldad humana, decide purificar la Tierra con un diluvio universal. Noé, hombre justo y temeroso de Dios, es elegido para construir un arca y poner a salvo a su familia y una pareja de cada especie animal.
La narración del Arca de Noé es un potente mensaje de fe, obediencia y esperanza. Representa la protección divina frente a las adversidades, la posibilidad de un nuevo comienzo y la alianza entre Dios y la humanidad, sellada por el arcoíris. Aunque no haya un "San Noé" venerado, la figura de Noé es un ejemplo de rectitud y confianza en Dios, haciendo del Arca un símbolo profundamente espiritual y un llamado a la providencia divina que vela sobre cada momento de nuestra vida. La cruz, unida a este símbolo, amplifica su significado de protección y bendición.