El arpa, símbolo de armonía y alabanza, no está directamente asociada a un santo específico como atributo iconográfico primario. Sin embargo, en la tradición cristiana, el arpa está fuertemente ligada a la figura bíblica del Rey David, venerado como profeta y antepasado de Jesús. David es célebre por haber tocado el arpa para placar el espíritu atormentado del Rey Saúl y por haber compuesto muchos Salmos, himnos de alabanza y oración a menudo acompañados de instrumentos musicales, incluida el arpa. Su música era considerada inspirada divinamente, capaz de elevar el alma y conectar al hombre a lo sagrado. Aunque no sea un "santo" en el sentido canónico católico, su figura es venerada por su fe, su poesía y su papel en la historia de la salvación, haciendo del arpa un símbolo de devoción, inspiración divina y armonía espiritual, perfecto para un contexto navideño que celebra el nacimiento del Salvador.