El ángel, figura central en muchas tradiciones religiosas, no es un santo canonizado en el sentido tradicional, sino un mensajero divino, un intermedio entre el cielo y la tierra. Su veneración hunde sus raíces en textos sagrados como la Biblia, donde los ángeles aparecen en momentos cruciales de la historia de la salvación: desde la anunciación a María, a la protección de Lot, hasta el consuelo de Jesús en Getsemaní. Son considerados guardianes, guías e intercesores, símbolos de pureza, luz y protección divina. Su presencia está a menudo asociada a momentos de alegría, como la Navidad, donde el ángel anuncia el nacimiento de Cristo, llevando un mensaje de paz y esperanza a la humanidad. La escultura de un ángel en madera de arce, finamente trabajada, captura la esencia de esta figura etérea, haciéndola tangible y portadora de un mensaje espiritual profundo.