El ángel de la guarda, figura central en la tradición cristiana, es un mensajero divino encargado de velar por cada individuo, guiándolo y protegiéndolo a lo largo del camino de la vida. Su veneración tiene sus raíces en las Sagradas Escrituras, donde los ángeles aparecen como servidores de Dios y protectores de la humanidad. La creencia en el ángel de la guarda se ha desarrollado a lo largo de los siglos, consolidándose en la Edad Media y encontrando expresión en numerosas obras de arte y devociones populares. La Iglesia católica celebra la fiesta de los Ángeles Custodios el 2 de octubre, reconociendo su papel fundamental en la vida espiritual de los fieles. Son vistos como compañeros silenciosos, intercesores ante Dios y fuente de consuelo y esperanza, especialmente en los momentos de dificultad.